Los parásitos externos son más conocidos ya que sí resultan visibles y son fácilmente detectables. Los principales son las pulgas y garrapatas, aunque también son frecuentes los ácaros que por su tamaño no podemos verlos pero provocan picor e incluso sarna en nuestro perro. Los meses de calor es cuando más proliferan y la cantidad de pelo que recubre el cuerpo de nuestras mascotas los convierte en el hogar ideal para estos parásitos que pueden adherirse a su piel saltando directamente desde el suelo a su pelo sin que nos demos cuenta. Es muy importante mantener continuamente protegidas a nuestras mascotas ya que estos parásitos a menudo son transmisores de enfermedades o pueden provocar problemas de salud que pueden afectar tanto a nuestro perro como a los humanos.
En DOGKING recomendamos habitualmente el uso combinado de pipeta y collar anti-parasitario
A continuación te explicamos cómo aplicar las pipetas y qué debes tener en cuenta si lo aplicas sobre un cachorro o sobre un perro adulto. Es muy importante utilizar la pipeta adecuada para el peso del perro y aplicarla puntualmente cada mes.
La pipeta debe aplicarse en 3 puntos sobre el lomo, siguiendo la columna desde la cruz (encima de los hombros, lo que sería la nuca del perro) hasta la mitad de la espalda, apartando el pelo y poniendo el producto sobre la piel. No se debe aplicar cerca de la cola ya que el perro podría llegar a lamer el producto.
Al proteger internamente a nuestra mascota estaremos evitando que se instalen en su cuerpo los parásitos intestinales. Existen varios tipos pero los más frecuentes son los nematodos, tenias y cestodos; todos ellos transmisibles a las personas.
Los perros pueden contraer estos parasitos sin gran esfuerzo, simplemente al olfatear el suelo y lamerlo, al ingerir algo que ya contenga ese parásito o a través de la picadura de un mosquito infectado por el parásito. Estos parásitos no suelen ser visibles por lo que la única forma de detectarlos es mediante un análisis de heces. Podemos sospechar que nuestro perro tiene parásitos internos si pierde peso y apetito, vomita, su pelo se cae y deja de brillar o no excreta correctamente.
Para proteger a nuestro Australian Cobberdog de estos parásitos contamos con tabletas comestibles que se administran una vez cada tres meses.
La leishmaniosis es una enfermedad parasitaria que se transmite a través de la picadura del flebotomo (una especie de mosquito) y su gravedad afecta enormemente a la calidad de vida del perro afectado pudiendo provocar incluso su muerte. Hasta hace unos años, la leishmaniosis se extendía sólo en zonas cálidas. Sin embargo, el aumento global de la temperatura ha provocado que el flebotomo que transmite la enfermedad ahora se extienda ampliamente allí donde no era frecuente.
Los animales afectados por el protozoo de la leishmania suelen presentar síntomas de abatimiento constante, adelgazamiento, crecimiento desmedido de las uñas, caída del pelo y problemas de piel. A pesar de los múltiples estudios realizados entorno a esta enfermedad, aún no existe una cura para la leishmaniosis y actualmente sigue siendo mortal.
Es por esto que la clave está en prevenir el contagio. Para ello contamos con collares y pipetas que nos ayudan a repeler al mosquito que propaga la enfermedad. Por otra parte, podemos prevenir la enfermedad administrando un jarabe y poniéndole a nuestro perro la vacuna contra la leishmaniosis. Se ha demostrado que juntos, jarabe y vacuna, aumentan enormemente la efectividad contra los flebotomos.
La filariosis Canina es la enfermedad producida por unos parásitos en forma de gusano que crecen en el interior del organismo y se alojan en diferentes órganos pudiendo producir la muerte si la infección es masiva en corazón o los pulmones.
La Filariosis aparece cuando un vector (que puede ser un mosquito, pulga o garrapata) pica a un animal infectado. Al chupar su sangre, se lleva con ella las larvas de la filaria y en cuanto pica a otro animal sano, le contagia la enfermedad.
Una vez el animal es infectado por las filarias, los síntomas no se manifiestan hasta 6 meses más tarde, cuando el gusano se instala en el sistema linfático y los diferentes órganos del cuerpo como pueden ser la piel, los ojos, el riñón, o los más graves: los pulmones y el corazón.
Si se corrobora que el perro está infectado, es necesario ponerlo en tratamiento con un producto parasiticida y atender a los órganos que se hayan visto expuesto a esta parasitos para restaurar su funcionamiento natural.
Si el perro no está infectado, lo más recomendable para su prevención es el uso de antiparasitarios externos como el collar, las pipetas, y la Vacuna anual de la Filariosis Canina.