Los perros necesitan, como nosotros, alimentos sanos y de calidad para crecer y sostener las funciones corporales que va a desarrollar a lo largo del día. Una comida rutinaria es lo que mejor soporta el sistema digestivo del perro. Por lo general, el perro tolera mal el cambio de dieta, lo que significa que si vamos variando continuamente lo que ofrecemos a nuestro perro para comer lo más probable es que le provoquemos un desajuste digestivo con flatulencias y diarreas e incluso un cuadro de gastroenteritis. Es por ello que lo más recomendable es elegir el tipo de comida que vamos a ofrecer a nuestro perro y, si la tolera bien, procuremos no cambiarle el hábito de comer siempre ese tipo de comida.
Se podría afirmar que en cuanto a alimentación canina, el pienso es el alimento más extendido en la actualidad y el que más variantes presenta. La gran ventaja del pienso es que es fácil de adquirir, se conserva y almacena muy bien, no mancha y no requiere ningún tipo de preparación. Lo más importante a la hora de elegir un pienso es prestar atención a su calidad, que viene dada por los ingredientes y el procesado de las croquetas. Un pienso de alta calidad no es barato, y aunque se puede encontrar pienso barato en el supermercado, sus ingredientes suelen ser de tan baja calidad que es desaconsejable de manera rotunda. Los piensos de alta calidad no utilizan harinas, entre sus ingredientes está la carne o el pescado fresco, no tiene sucedáneos y en sus ingredientes son escasos los cereales, maíz o soja.
Existen muchas diferencias a la hora de alimentarnos perros y humanos, y debemos tenerlo claro a la hora de ofrecerle alimento ya que no podemos basarnos en nuestros conocimientos de alimentación como criterio para garantizar una comida de calidad a nuestro perro. El humano cambia su alimentación en cada una de sus comidas sin problema, pero si su aparato digestivo estuviera concebido como el del perro, esta variación alimenticia permanente le produciría una constante diarrea.
Los perros no toleran bien los cambios de alimentación, por ello es importante que bajo ningún concepto se le cambie de forma brusca sus rutinas alimentarias o provocaremos al perro fuertes desordenes alimenticios con vómitos y diarrea. El aparato digestivo del hombre representa el 10% de su peso corporal, mientras que el perro solo es entre un 2,7% y un 7% (según el tamaño), eso explica que sea más fácil para el humano digerir elementos más variados.
Siempre debemos evitar dar de nuestra comida al perro, y limitarnos a ofrecerle su pienso o alguna golosina para perros de buena calidad, de forma ocasional. Si en algún momento tuviéramos la necesidad de cambiar la marca del pienso a la que está habituado, debemos hacer un cambio progresivo. Durante una semana iremos introduciendo cada día una porción cada vez mayor del nuevo pienso hasta que el porcentaje del nuevo pienso sea total.
Otra de las grandes diferencias que apreciamos en la alimentación entre perros y humanos es que hay varios ingredientes que los humanos podemos comer y son beneficiosos para nuestro organismo, y para el perro están completamente prohibidos pues pueden causarle incluso la muerte:
Los cachorros deben comer 3 veces al día la dosis correspondiente a su peso. A medida que el perro crece, la cantidad de comida que necesita va aumentando progresivamente. Si hay dudas sobre cuánto se debería aumentar la dosis, debemos consultar con el veterinario. Si se percibe que el cachorro con las cantidades recomendadas está muy delgado o está cogiendo demasiado peso, debería consultarse con el veterinario el cambio de cantidades.
Es muy importante mantener una rutina en las horas de la comida y ponerle de comer siempre a las mismas horas y no dejarle el plato más de 15 minutos (salvo que veamos que está comiendo pasados esos 15 minutos y simplemente va lento). De esta manera le estamos enseñando al cachorro que debe comer en ese momento o no volverá a comer hasta la próxima toma. Estas pautas son muy importantes porque si le permitimos que tenga el plato lleno de comida siempre disponible, la comida pierde atractivo y además no seremos capaces de saber cuánto ha comido.
A diferencia de otras razas, el Australian Cobberdog no suele mostrar un apetito muy voraz y es habitual que las familias encuentren algunas dificultades para que el cachorro coma la dosis que le correspondería. No es que no les guste su comida, más bien ocurre que lo que hay a su alrededor les resulta más interesante, como los juguetes o los mimos. Generalmente, los primeros días de la adaptación al nuevo hogar no suelen comer mucho. No pasa nada si no se termina una toma entera o decide no comer en una de las 3 tomas, pero si se convierte en algo habitual o si lleva varias tomas sin comer, debemos incitarle a que coma su pienso.
No hay una fórmula para todos los cachorros:
Por lo general, si pasa más de un día y el cachorro no ha comido nada incluso incitándole a ello, sería aconsejable llevarlo al veterinario, ya que puede ser signo de que algo no está bien y es conveniente una revisión. En este caso, recomendamos guardar una muestra de heces para llevarla al veterinario, ya que le puede ser muy útil para descartar posibles problemas digestivos.